lunes. 30.09.2024

El problema de las drogas no hay que analizarlo desde el punto de vista individual ni del pequeño consumidor, hay que analizarlo desde una perspectiva de clase y de la lucha por la emancipación del proletariado, desde el materialismo dialéctico e histórico, en otras palabras, desde la ciencia del marxismo-leninismo.

El problema actual de las drogas es parte de la lucha de clases. Profundizaré más adelante sobre esta cuestión cuando hable de la relación entre el capitalismo y las drogas, pero, a modo de introducción, decir que todo lo que te aliena solo sirve para evadirse de la realidad por un breve tiempo, dificultando la comprensión de la raíz del problema y disminuyendo o impidiendo la capacidad de luchar por transformar esa realidad, esta transformación eliminaría directamente las causas por las que el individuo que se droga necesita evadirse.

Un revolucionario debe luchar contra todo tipo de alienación, incluyendo por supuesto las drogas. Debe mantener intactas todas sus capacidades, listo para el combate diario que representa la militancia comunista, una vida de sacrificio, disciplina, firmeza y austeridad. Un comunista debe ser un ejemplo en todas las facetas de su vida. Una persona con adicciones, que se droga de forma generalizada y constante no puede ser un revolucionario, sus capacidades están mermadas. No se puede militar drogado. No se pueden realizar acciones, formarte, enfrentarte a los retos que te pondrán las fuerzas de seguridad del estado estando drogado.

 

El consumo de drogas ha sido algo corriente a lo largo de toda la historia de la humanidad, es algo más que demostrable. Este es uno de los principales argumentos de los que defienden la industria de muerte que representa la producción y tráfico de drogas actual. Pero hay que analizar cómo era ese consumo, local, limitado a cuestiones religiosas y de culto, no existía una producción como la conocemos hoy en día, no existía un consumo generalizado ni existían adictos.

El uso de drogas como algo cotidiano, generalizado y globalizado solo se puede entender con una producción de las sustancias a gran escala, con capacidad de transporte y almacenamiento, cuando la droga se convierte de la mano del capitalismo en una mercancía. La producción de drogas como la conocemos hoy en día tiene su origen en la revolución industrial. Las drogas ,desde entonces, siempre han sido utilizadas para mantener la dominación de clase por parte de la burguesía.

Con el colonialismo se difundió el consumo de drogas hasta cotas impensables con anterioridad, con especial relevancia el consumo entre los intelectuales y artistas pequeño burgueses. En Norteamérica, los Estados Unidos fomentaron el alcoholismo en los indios para destruirlos y poder mantener su dominación y expansionismo. Incluso hoy en día casi el 12% de los indios mueren debido al abuso en la ingesta de Alcohol.

Otro ejemplo lo representa China, con la imposición que sufrió de la producción, comercio legal y como consecuencia consumo del opio por parte de Inglaterra a través de dos guerras. Esto dio lugar a que millones de adictos al opio en China, condenando a este país a la sumisión al imperialismo. No sería hasta la revolución China de principios de siglo y posteriormente con la revolución antiimperialista culminada en 1951 cuando se acabaría de raíz con este problema. La dominación imperialista se mantuvo durante décadas apoyada firmemente en las drogas como arma de alienación y dominación de clase.

Otro fenómeno fomentó que la burguesía usara la droga como método de dominación de forma más aguda. Coincidiendo con la subida de la producción, tráfico y consumo de drogas se produjo el declive de otro instrumento de dominación, la religión. Así, el capitalismo ha sabido adaptarse y usar las drogas como sustituto del poder omnipotente de la religión que se ha ido perdiendo y debilitando con el tiempo. Con la aparición del capitalismo y de los nuevos mercados que abrió, el de la droga fue uno de los principales. Las farmacéuticas y todo el entramado económico que las rodea constituyen una de las principales industrias del capitalismo. Con su crecimiento comenzó la producción masiva de fármacos, de drogas sintéticas, que vendían de forma totalmente legal. Del opio surgiría la morfina, y de esta la heroína. De la hoja de coca surgiría el clorhidrato de coca. Sobre este último decir que la Coca-Cola, que antiguamente se vendía como jarabe milagroso tenía entre sus ingredientes hasta principios del siglo XX cocaína.

Algunos dirán aquí que se puede luchar contra las drogas en el capitalismo, que existen prohibiciones por ejemplo al tráfico y se persigue a los consumidores. Esta cuestión también debe ser analizada desde una perspectiva de clase. Lo que quiere el capitalismo con estas prohibiciones, qué es. Quiere blindar los intereses de las farmacéuticas, que tienen el monopolio de la venta de drogas de forma legal. Y además no quiere eliminar ni el consumo ni el tráfico de drogas. Lo que quiere es controlar al sujeto que consume, no eliminar el consumo, profundizaremos más adelante en esta cuestión.

El negocio de las drogas está controlado por grandes multinacionales, sean estas legales como las farmacéuticas, o ilegales como los cárteles. Como ya he dicho, lo importante no es evitar el consumo ,sino controlar al sujeto. La droga es un método de control del capitalismo. La división del trabajo capitalista y el modelo de consumo se mantienen en gran parte gracias a la alienación, es necesaria para mantener la dominación. En el adicto se crea una conciencia de no poder cambiar la realidad social, de resignación, de claudicación. El adicto prefiere resignarse a que nada puede ser cambiado y coge el rol de ente reaccionario y desmoralizador con otros individuos. ¿Para qué luchar sino se puede hacer nada?, mejor evadirse. Los comunistas debemos luchar contra este tipo de actitudes capitulacionistas. El problema de las drogas como lo conocemos actualmente no existiría sin el blanqueo de dinero, los paraísos fiscales y las corporaciones empresariales.

 

La droga y el capitalismo son inseparables, no se puede luchar contra la droga sin luchar contra el capitalismo, sistema económico moribundo, decadente y en clara descomposición. Solo la liberación de nuestra clase, la revolución socialista, traerá el fin de las drogas como las conocemos actualmente.

La droga, como ya he afirmado con anterioridad, es parte del capitalismo. La droga y la adicción a la misma es un arma del capitalismo para alienar, para destruir la capacidad revolucionaria de la juventud revolucionaria y de la clase obrera e integrarles en el sistema. Los comunistas estamos en contra del consumo de drogas y de su legalización, porque es un arma en manos de los capitalistas para destruir el movimiento revolucionario. Ahora bien, diferenciamos entre criminales y víctimas. Un adicto no es más que una víctima a la que hay que ayudar para que rompa con sus adicciones y se convierta en una persona productiva para la sociedad, combativa y revolucionaria para la lucha por la revolución.

Me gustaría, antes de cerrar este artículo, poner ejemplos de la droga como método de control del capitalismo, usada para destruir el movimiento revolucionario y la diferencia que existía entre los países capitalistas y los socialistas sobre la droga. A pesar de no compartir su línea ideológica por sus graves errores teóricos, quiero poner el ejemplo de los Panteras negras de EE.UU. El gobierno metió todo tipo de drogas, multiplicando los adictos entre los panteras, los cuales terminaron debilitados, escindidos y en gran parte en la cárcel. La droga fue utilizada a pesar de las prohibiciones no para controlar el consumo, sino para controlar al consumidor.

En España se hizo lo mismo con la heroína metida por el propio gobierno para convertir en adictos a toda una generación que debería haber sido, por las condiciones, la generación que tendría que haber conseguido la ruptura democrática con el franquismo y haber echado para atrás la transición orquestada por la burguesía. Ejemplos famosos de esta inmersión de las drogas en el estado son el País Vasco o Vallecas en Madrid. Las drogas fueron usadas como método de control para desbaratar el movimiento revolucionario.

Actualmente, el impacto de las nuevas drogas de diseño y el fomento del alcoholismo son el nuevo intento por reproducir el mismo guion por parte de la burguesía. A los revolucionarios nos toca enfrentarnos a esto y proponer alternativas a lo que ofrece este sistema caduco que es el capitalismo. Y para poder hacerlo, tenemos que rechazar vehementemente el consumo de drogas como algo generalizado y normalizado.

Por último, quería reseñar la diferencia entre el capitalismo y el socialismo con respecto a las drogas con dos ejemplos históricos. La Unión Soviética (en la época socialista, no la revisionista) era un espacio en el que el consumo de drogas era ínfimo, el tráfico prácticamente inexistente, no existían adictos. Había un gran control por parte del estado y se fomentaba un ocio que sirviera para la realización personal y no por su destrucción mediante la drogadicción como en el capitalismo. Solo había problemas con el alcoholismo, contra el que se hicieron grandes campañas. Como recuerdo quedan gran cantidad de carteles de las campañas de fácil localización en internet.

Actualmente Rusia tiene millones de adictos, el consumo del alcohol se ha agravado hasta límites insostenibles, existe un gran tráfico de drogas controlado por mafias. Podemos ver la diferencia sobre la posición y lucha contra las drogas de los dos sistemas. El otro ejemplo que quería poner es el de Albania Socialista, en la cual pasaba igual que en la URSS y en la actualidad, bajo el capitalismo, es uno de los principales centros de producción de drogas, bajo una mafia que gobierna de facto el país y que vuelve a condenar a Albania al ostracismo y la servidumbre. Solo con el socialismo se podrá solventar el problema de la droga. La revolución Socialista destruirá los cimientos del capitalismo, incluyendo la droga, unos de sus pilares.

Juan Mesana.

 

 

Vía Universidad Obrera

El Marxismo y las drogas.