domingo. 29.09.2024

Han pasado siete años desde que empecé a escribir este maldito libro. Tolstói estaría orgulloso de mí. También lo estaría el editor Estampa, pero murió hace tres días, a los 90 años de edad, no se sabe si con un cáncer de páncreas o por un cáncer de páncreas, porque tuvo una parada cardiorrespiratoria y adiós. Nunca le conté aquello de la aparición en la casa de Vacarisas, aquella historia de que su padre era el brigada Martorell. Intuyo que lo sabía o pretendía saberlo. O, tal vez, le hubiera gustado ser hijo de aquel hombre honrado y triste que intentó llevar el orden al caos y la ley a los infiernos. Pobre brigada Martorell. Entre los papeles de Estampa, encontré uno que reproduce una conversación póstuma, diálogo de espíritu a espíritu, almas abiertas de par en par. Solo me queda leérselo a ustedes y advertirles de que terminaré a mi manera con la vida de Martorell. El brigada se habrá alejado ya hacia otros horizontes y no sabemos -nadie lo sabe- si volverá algún día para hacer justicia. Este escritor se retira, bañado en lágrimas, a tragarse la píldora para la depresión y no escribirá. Lo escrito, ahí lo tienen. Escrito, simplemente.


 

El Viejo Brigada - Parte 3