domingo. 29.09.2024

“Se presentó, el pasado mes de enero, la nueva novela sobre Enriqueta Martí, la vampira de Barcelona. Un relato en el que desvela la verdadera historia que se esconde tras la figura de una de las criminales más conocidas de la Barcelona de principios del siglo XX: Enriqueta Martí i Ripollés. Esta misteriosa mujer secuestró y asesinó a varios niños del barrio del Raval, para fabricar ungüentos y pócimas que vendía a adinerados y desesperados burgueses que trataban de encontrar una cura a las enfermedades que padecían.

Unos escalofriantes crímenes que conmocionaron a la sociedad de la época, creando la leyenda que, según apunta el autor, no es tan real como parecía. Y es que, tras años de investigación, se cree que Enriqueta podría haber sido, en verdad, una víctima más de un sistema injusto. 

En una Barcelona marcada por la pobreza, el analfabetismo y las revueltas sociales -anarquistas y nacionalistas tomaban las calles-, creció la que algún día sería apodada ‘vampira del Raval’. Su vida no fue fácil. Huérfana a muy temprana edad, a Enriqueta no le quedó otra opción que dedicarse a mendigar por las calles de su ciudad. La trágica muerte de su hijo por desnutrición cuando apenas tenía diez meses, fue lo que quebró su frágil mente. Psicológicamente hundida, Enriqueta secuestró a varias niñas. Y ahí comenzó el mito que la equipararía al londinense Jack ‘el destripador’.

No existen pruebas fehacientes de todos los delitos de los que se le acusaron. No se encontró ninguna pócima; algunos de los huesos que guardaba en su casa resultaron ser de animales, mientras que otros los cogió del cementerio; y la sangre que se halló en sus toallas podría haber sido la suya propia –falleció en la cárcel por un cáncer de útero que sufría.

Todo un caso que, a día de hoy, tal y como apunta el autor, 'está muy lejos de haberse resuelto'.”

 

Como ven, nada se dice de Martorell. Son las exigencias de los editores, creen que la morbosidad vende más. Qué le vamos a hacer. 

 

Ayer por la noche encontré la entrevista maldita. Creo que la reproduciré para ustedes, así podrán juzgar por cuenta propia. Juzgar por cuenta ajena es lo que pretende la prensa y los políticos, ya me entienden.

 

“-Buenas tardes. ¿No le gusta su nueva novela?
-No. Es muy dura, muy cruda. Tal vez innecesariamente cruel. Pero las cosas fueron así. Cataluña en general y Barcelona en particular vivían una época convulsa: anarquismo y nacionalismo emergían como respuestas desesperadas a unas desigualdades sociales absolutamente injustas, inhumanas. La burguesía catalana de aquellos años, como la inglesa o la francesa, era una clase esclavista y explotadora. El obrero era una miserable mercancía. Los niños trabajaban 14 y 16 horas diarias. Las mujeres vendían sus cuerpos por un mendrugo. Los ricos compraban su licencia militar y en el Rif morían los parias de los pueblos. Una mierda, ¿me explico?
-Perfectamente.
-No me gusta escribir sobre gente frívola que juega con la vida y la dignidad de los demás. Burgueses que, como hoy, hunden a la masa trabajadora con majaderías nacionales o con vicios aberrantes: el Raval, el Barrio Chino, proveía de carne de cañón a los Ferrer i Guardia y a los marqueses, unos para morir en las huelgas y otros para ser violados en orgías.
-No siga.
-Aquí entra Enriqueta, como prostituta y madame. Y proveedora de carne fresca a unos ricos que le pagaban la fiesta a Picasso y a los bohemios de Els Quatre Gats.
-¿Picasso en este lío?
-Picasso estaba en Barcelona en esa época. Vivía en París pero volvía de vez en cuando para ver a algún marchante, irse de putas y cobrar algo. “Las señoritas de Avignon” es un cuadro de ese período, un cuadro que Gaudí calificó de “repulsivo y diabólico”.
-¿Gaudí, también?
-La muerte de Gaudí, como la de Enriqueta, es un misterio. ¿Un tipo conocido se pasa cuatro días en un hospital sin que nadie haga nada? ¿Usted se lo cree? Yo, no. Gaudí conocía a esa gente del vicio, a esos burgueses porque eran sus mecenas.
-No siga, por el “spoiler”, digo.
-Ah, bien, bueno. No sufra. La sorpresa del lector será mayúscula. El caso de esta mujer está muy lejos de haberse resuelto.

-Usted da nombres.
-No tengo pruebas. Doy nombres especulativos. Es una novela.
-“Hechos reales”, dice la publicidad.
-Y novela, añado. Son temas delicados. Novela. Y punto.
-No se enfade.
-Estoy cansado. Y, además, no quiero que se lea mucho, ¿sabe? No es un libro que recomendaría a mis hijos.
-Pero lo leerán.
-O no. Depende. Cuando puedan entender un poco, solo un poco, la miserable condición humana.
-¿Habla de política?
Sí. Estaban como ahora. Pero con muertos. Lo de ahora es virtual. Entonces había tiros, palizas y gente que se jugaba la vida por sus ideales. Hoy, con unas semanas de cárcel, ya se rinden y gimotean. Los hombres de entonces, y las mujeres, eran más hombres y más mujeres. Sin feminismos ni tonterías de género, como ahora. Gente valiente, equivocada o no, decente o no, pobre o rica, pero valiente.
-¿Algún consejo?
-Sí. Déjelo ya. Adios, muchacho. Hasta otra. Y gracias, tómese algo a mi salud.”

 

A continuación podrán entrar en la vida del brigada Martorell y en la de gente conocida y no tan conocida. Nunca olviden que se trata de una novela. No quiero tener más problemas de los que tengo. El editor Estampa también tiene problemas. No es el menor de ellos que padece un cáncer de páncreas que, a su edad, avanza lentamente hacia el destino final, lóbrego y silencioso. 

La hermana muerte lo es solo para unos pocos santos.

 

 





 

Segunda parte.

 

GAUDÍ, PICASSO Y EL ARTE DE MATAR

Novela primera sobre el citado brigada Martorell


 

No hay palabras para la guerra - Capítulo 44 [Parte 1]