lunes. 01.07.2024

-Interesante. No hay duda de que un brigada de la Guardia Civil llegó a Codo en ese camión. Pero, ¿cómo sabemos que era realmente Martorell?

-Tengo algunos datos. El único problema es encontrarlos en este montón de carpetas. Mientras busco, le voy contando. Un combatiente de la FAI, que estuvo en el asalto a Codo y que al acabar la guerra fue hecho prisionero, habló con dos oficiales del ejército y les contó que en su unidad, ese verano del 37, en aquellos desiertos de Aragón, había algún que otro guardia civil.

-No puede ser.

-Es así. Piense que la Guardia Civil estaba infiltrada por elementos anarquistas y comunistas y que los más fanatizados bien pudieron haber marchado al frente con las columnas de Durruti y Ascaso, en Agosto de 1936. O incluso después. Algunos de estos elementos estaban en la comandancia de Sants, la del brigada Martorell.

-Cierto. Sin embargo, no veo a Martorell militando en el anarquismo o el comunismo.

-¿Por qué no? ¿Cómo lo sabe?

-No se lo repetiré: sé más cosas de las que usted cree.

-Por ejemplo, ¿que Martorell estaba adscrito a la “brigadilla”, el servicio de investigación del Cuerpo?

-Por ejemplo. Veo con sorpresa que está usted razonablemente bien documentado.

-Gracias. Sí, el brigada Martorell de la Guardia Civil se había hecho amigo de algunos jefes anarquistas en Barcelona. No porque compartiese su ideología, sino porque le debían favores. Martorell ponía fin a las huelgas salvajes de principios de los años 30 deteniendo a los cabecillas. Éstos, por lo general, honrados padres de familia numerosa, le pedían al brigada que los “colocase” en alguna otra fábrica. Martorell, a quien los patronos también debían favores, lo hacía con la condición de que no montasen ninguna huelga. Esta condición no se cumplía jamás: lo sabían los anarquistas y lo sabía el brigada. Aún así, los colocaba y engañaba al patrón diciéndole que el nuevo empleado era modélico en todos los aspectos. Cuando, al cabo de un año, estallaba una huelga en esa empresa, Martorell solo tenía que detener al que había colocado. Éste le rogaba por sus hijos, y el brigada repetía la operación en otro sitio. Y así.

-Vaya, vaya.

-Sí. Era un tipo especial el brigada Martorell. En cualquier caso, tenía buenos contactos en la CNT/FAI y no es improbable que los utilizase para llegar a Codo.

-Pero, ¿por qué? O más bien: ¿para qué podría querer el brigada llegar a Codo?

-Ésta es, de las muchas preguntas que me ha hecho, la más difícil de responder. ¡Ah! Mire, aquí está lo del miliciano de la FAI. Lea, lea. Aunque se refiere a la heroica muerte en Codo del alférez del Tercio de Montserrat, Francisco Bonet de Bosch, hay un dato realmente interesante. Los oficiales investigaban para conceder, o no, la Laureada individual al mencionado alférez.

-A ver: “Los exjefes del Tercio de Montserrat, comandante, don Antonio Miranda Guerra y capitán, don José María Lacoma Daubrenet, los cuales manifiestan que habiéndose enterado de que en la cárcel de Zaragoza estaba un preso que había participado en el ataque a Codo, manifestando que en el campanario de dicho pueblo quedó un oficial de requetés de la provincia de Gerona (en el Tercio no había otro que Bonet), con un fusil ametrallador, el cual resistió él solo durante dos días, haciéndoles muchas bajas, a pesar de estar herido, hasta que, al fin, agotadas las municiones, fue capturado y fusilado. Los señores Miranda y Lecoma decidieron proseguir el interrogatorio dos días después, con el fin de tomar declaración firmada a dicho preso, encontrándose al llegar de nuevo a la prisión de la capital aragonesa con que el sujeto se había suicidado en la propia celda, y hallándose entre su documentación una carta firmada por un tal Martorell, de la Guardia Nacional Republicana –el cambio de nombre de la Guardia Civil en la zona leal al gobierno- que hacía constar su incapacidad para ayudarle en modo alguno a salir de la prisión.”

-¿Le confirma esto que Martorell estuvo en Codo?

-Podrían conocerse de sus correrías revolucionarias en Barcelona y no de Codo.

-Podrían. Sin embargo, Martorell anduvo sin problemas por la Barcelona republicana gracias a un salvoconducto expedido por el Comité Confederal de la CNT/FAI de La Torrassa, una barriada próxima a la comandancia de Sants. Y el preso suicidado pertenecía, casualmente, a ese mismo Comité. Piense, además, que los anarquistas perdieron el control de la calle en mayo de 1937, en una guerra dentro de la guerra que ganaron los comunistas. Nuestro preso y Martorell eran, cada uno a su manera, enemigos de los comunistas. Si Martorell hubiese permanecido en la ciudad más allá de junio, no habría sobrevivido, ni como guardia civil con pasado carlista, ni como amigo de los anarquistas.

-Ciertamente. ¿Quiere más coñac?

-No, gracias. Estoy viendo que…

-¿Qué?

-Permita que encienda el pitillo. Bien, mire qué episodio tan, digamos, curioso, tenemos un poco antes en el “Diario de campaña” del enfermero Conill. Escribe sobre Ricardo Pagés Raventós, ya sabe, vinculado a las famosas Cavas Codorníu, un chaval de diecisiete años cuando se alistó en el Tercio de Montserrat. Leo: “Durante el asedio de la población el 24 de agosto de 1937 defendió la posición ‘el Granero’, por cierto una de las más atacadas por el enemigo. Por esta posición precisamente hicieron su entrada en Codo el grupo de falangistas que, a las órdenes del alférez Ibáñez, fueron atacados por los rojos durante la descubierta que diariamente hacían desde Belchite. Traían un prisionero que Pagés Raventós se ocupó de conducir a nuestra Comandancia. El prisionero, interrogado por el teniente Roca, manifiesta que los rojos pensaban apoderarse de Codo en una hora y que no contaban en ningún caso con la resistencia que se les hacía. Comunica que, aunque no la haya utilizado todavía, su ejército cuenta con artillería. Interrogado también sobre el número de atacantes dice que en su unidad serían unos seis mil, integrados exclusivamente por batallones de la CNT y de la FAI. Pagés Raventós regresa a la posición a toda prisa y yo –Conill- encierro al prisionero en una habitación de la Comandancia. Es un muchacho de unos 18 años; me dice que es voluntario de la FAI. Está asustado y le tranquilizo, diciéndole que nada malo ha de temer de nosotros. Le doy un cigarrillo que acepta con visible satisfacción. Dice que tiene hambre y mando preparar una tortilla que devora. Le encierro y vuelvo a mi puesto.”

-¿Un prisionero de la FAI? Muy interesante.

-Sí, eso creo yo también. Aunque estoy empezando a cansarme, ¿sabe? Son las cinco de la mañana. Pídame un café y nos largamos. Quedaremos otro día.

-Tengo un último encargo para usted.

-Dígame.

-Localice las memorias del brigada Martorell.

-¿Memorias? ¿Escribió unas memorias? No me consta.

-A mí, sí. Mire, hay un tipo que escribe novelas negras, un escritor de cuarta fila, que cita a Martorell en un par de libros. No es muy conocido. Yo los he leído y, estoy seguro, hay cosas que ese individuo no puede haber inventado. Aquí tiene su nombre y su dirección. 

-Ah, claro, sí. Pero usted ¿por qué está tan interesado en Martorell? El misterio que más me intriga es el de Bach de Fontcuberta, de Portolà o Plasencia.

-O Hernández y Fernández de los grandes expresos europeos, ¡usted y sus intrigas de ficción! ¡Basta! ¿No ha reparado, señor escribidor, en que pueden estar relacionados? Piénselo, piense por una vez, haga una excepción: tiene a un alférez desaparecido y a un guardia civil que tampoco aparece en la lista de bajas de Codo.

-No era del Tercio.

-Por supuesto. Tiene también a un prisionero de la FAI. O dos, el de Codo y el suicidado de Zaragoza. Y a un testigo ocular ruso, que usted despacha con prejuicios ideológicos.

-Oiga, usted ¿quién es? ¿Qué quiere?

-Demasiadas preguntas. Llámeme para la segunda parte del anticipo. Acabe la copa. Buenas noches.


 

No hay palabras para la guerra - Capítulo 12 [Parte 1]