domingo. 29.09.2024
Novela primera sobre el citado brigada Martorell [Parte 2]

Gaudí, Picasso y el arte de matar - Capítulo 27 [Redada y muerte]

El comisario Agustín Bayo quiere dar un golpe definitivo. El Raval es el sumidero por el que se filtran desde hace años todos los escándalos que avergüenzan a Barcelona. El barrio chino es una pesada carga para quienes deben velar por la seguridad de los ciudadanos. Cada año que pasa el poder se desgasta con alguna de las lacras que forman parte del paisaje cotidiano del distrito V: prostitución, explotación sexual, explotación laboral  infantil, crimen, delincuencia… El reciente secuestro de la pequeña Teresita Guitart ha destapado una red de proxenetismo y orgías en la que se emplea a menores. La conmoción es grande y el teniente Nieto ha recibido unas órdenes muy precisas de cortar por lo sano con las mafias que operan en la zona. Hoy es el día, hoy se lleva a cabo la redada que Nieto y sus superiores llevan planificando semanas. A última hora se acuerda cambiar la hora de la acción, no hay unanimidad en los mandos de la Guardia Civil: hay quienes creen que el mejor momento es al amanecer, pues todos duermen y la sorpresa sería letal; otros, como el comisario Agustín Bayo están convencidos de que es rentable prescindir del factor sorpresa a hacer la redada antes de la medianoche, justo cuando el servicio de prostitutas se dispara y las casas de putas están llenas a rebosar. Se impone la opinión de este último, y ni siquiera el teniente Emiliano Nieto es avisado al detalle de estos planes. Para el comisario da igual que en cada portal haya un vigilante dispuesto a dar la voz de alarma en cuanto vea a un agente, si se actúa rápido y de forma coordinada la redada puede ser un golpe letal al proxenetismo, fenómeno tóxico más por lo que arrastra que por lo que supone en sí mismo.

 

Cae la noche y casi un centenar de agentes de la guardia civil desplegados en las cuatro esquinas del barrio están listos para el asalto. Desde el cuartel el comisario conduce el operativo y desliza en la mesa de operaciones un detallado mapa en el que están señaladas varias casas en las que se sospecha que se ejerce la prostitución. La operación es sorpresa, los agentes deben precipitarse sobre el barrio con la rapidez de un águila sobre su presa. En cuestión de minutos los gritos y golpes en las puertas se convierten en el paisaje común del Raval. Los guardias civiles van deteniendo a decenas de hombres y mujeres que salen de los pisos como camadas de conejos de sus madrigueras. Las escaleras parecen cataratas por las que se precipita río abajo todo un barrio. 

 

La mayoría de los detenidos son conducidos a la comisaría de Vía Layetana. Allí un hombre es golpeado e interrogado, pero apenas suelta prenda. Al día siguiente el propio comisario Bayo baja a los calabozos a coger las riendas del asunto. La detención de Enriqueta Martí no ha tenido el efecto deseado en tanto que no ha aportado ni un solo nombre implicado en las orgías y la explotación sexual infantil. Bayo está obsesionado con Enriqueta, pues cada día que pasa su silencio es más caro. Por eso con el hombre detenido al que sus agentes han visto con Enriqueta en alguna ocasión, no habrá piedad:

 

-¿Quién es el cerebro de la operación?-, le pregunta.

 

-Está en la cárcel, es la mujer que habéis detenido llamada Enriqueta Martí.

 

-Mentira-, nuevo golpe en el estómago.

 

-Verdad... Es ella. Se puede decir que en la cárcel está más protegida que en ningún otro lugar. Quieren matarla…

 

-¿Quién?

 

-Mejor que no lo sepa...

 

-¿Quién?

 

Más golpes, este último en la boca del estómago le deja sin respiración.

 

Recobra el aliento y Martorell logra decir algunos nombres conocidos por todos, de modo que los funcionarios dejan de golpearle y se miran sorprendidos. 

 

-No puede ser-, dice el comisario.

 

-Me temo que es, Bayo. Lo siento.

 

-¿Cómo sabe usted quién soy yo?-, pregunta el comisario, palideciendo.

 

-Sé muchas cosas... Déjeme salir o no llegaré a tiempo.

 

-Usted... Usted no es el proxeneta que pensábamos haber detenido.

 

-Déjeme salir.

 

El comisario Agustín Bayo aún no da crédito a la escena que acaba de vivir, pero sabe que hay algo que no encaja en este rompecabezas que este hombre parece estar cerca de resolver. Al fin se quedan solo el comisario y el hombre detenido.

 

-Me llamo Francisco Martorell y le voy a decir algo que no debería: pertenezco a la Brigada de Información de la Guardia Civil. 

 

El protocolo exige a Bayo desentenderse del agente, hacer oídos sordos, pero la urgencia de la situación le obliga a trabajar codo con codo con el agente. 

 

-No hay tiempo que perder, hay que ir a la prisión en la que está encerrada Enriqueta Martí.

 

Bayo está en manos del brigadilla y en realidad no tiene muchas más opciones, así que se dirigen a la cárcel de mujeres Reina Amalia donde Enriqueta aguarda aún a su juicio. Por el camino Martorell le explica a Bayo que está inmerso en el caso desde que La Vanguardia publicó la detención de Luciano Domenech involucrado en la muerte de una prostituta durante una orgía. El brigadilla le cuenta todos sus avances, incluso que conoció a Enriqueta antes incluso de saber que ejercía de prostituta y proxeneta en el Raval. El silencio de la mujer es lo que tiene desconcertados a todos. Martorell asegura que lo hace para encubrir a terceras personas a las que teme. “Hay gente muy importante, ya se lo he dicho”, asegura el brigadilla. Volver a escuchar esta confesión turba al comisario.

 

La llegada a la puerta de la prisión Reina Amalia le da mala espina a Martorell. Se oyen gritos y cierto revuelo desde el patio del complejo. El comisario Bayo se adelanta y penetra en el edificio con celeridad. Diez minutos después, ya en el despacho del director del centro penitenciario, reciben la noticia: Enrique Martí ha aparecido muerta en el patio.

 

-¿La causa? Responde agresivo el comisario

 

-Ha sido linchada por varias reclusas. La paliza ha sido tan fuerte que no ha podido resistir las heridas y contusiones.



 

Gaudí, Picasso y el arte de matar - Capítulo 27 [Redada y muerte]