domingo. 29.09.2024

“Sí, ha sido un sueño. O quizá no. Lo único cierto es que recuerdo exactamente la conversación, pero, qué extraño, ninguna frase de mi padre.

Hola, viejo, ¿cómo te va? Habrás contado el número de sinvergüenzas que están ahí, contigo, y que merecerían estar en el otro lado. Claro, claro: cobistas, moscas muertas, ladrones sucios y ladrones de guante blanco, egoístas, vagos, tibios, parásitos, soplones, esquiroles, embusteros, golfos y golfas, que no prostitutas. ¿Es así? ¿Habrá que poner orden? Sí, viejo, sí. ¿Creías que eso era otra cosa? Es que El Incauto es misericordioso, viejo. No se puede vivir lleno de ideales, el Hijo del Incauto lo sufrió, ya sabes, ahora ya lo sabes. ¿Estás bien considerado? Como siempre. ¿Que te miran de reojo? Como siempre. Y no todo es trigo limpio: eso, viejo, vendrá con el Juicio o en el Juicio, quién sabe. Ahora, el trigo y la cizaña. No vayamos a jorobar el trigo por arrancar la cizaña. Don Quijote ¿está bien? ¿No? ¿Desfaciendo entuertos? ¿Le acompañas? Tenía que haberlo adivinado. Se parece a Cervantes, dices. Eso es evidente, viejo. Dos en uno, Alonso Cervantes Quijano, Don Miguel de la Mancha. Bueno, viejo, no te canses y no desesperes. Algún día la Justicia amanecerá en la tierra como en el cielo y la Paz brillará para siempre. Y entonces tú descansarás. Solo entonces. Adiós, viejo. Adiós. ¿Esto ni tú te lo crees? Este es el drama eterno, viejo. El Juicio, cree aún y espera, papá, ya queda menos.”


 

De un manuscrito del editor Estampa