domingo. 29.09.2024

En mis más de cuatro décadas dedicado a mi vocación, jamás he discriminado entre medicina pública y la mal llamada medicina privada (en España tenemos una medicina concertada, puesto que se practica a través de conciertos con compañías aseguradoras). La razón es que los médicos somos los mismos en ambas parcelas, con la misma formación. Lo que sí he hecho ha sido distinguir entre buena o mala medicina. Hoy los médicos han demostrado más que nunca su esfuerzo, su trabajo, su dedicación y su entrega, incluso dando la vida, literalmente. Y es en estos momentos cuando debemos unirnos con un fin único: dignificar nuestra profesión, para que seamos capaces de seguir dando lo mejor de nosotros mismos y poder practicar la mejor medicina posible para nuestros queridos pacientes. Sin embargo, ¡qué situación más preocupante vivimos en la medicina privada!

La situación es tan crítica que no podemos demorarnos más en exigir unos salarios o baremos dignos que hagan viable nuestro trabajo y vida profesional.

Los baremos que nos pagan las compañías que se dedican a vender salud están negando la mayor. Los médicos de los cuadros de esas compañías no trabajan para ellas, no tiene siquiera un contrato que lo justifique, realmente estamos con meros cebos para que los pacientes piquen y se asocien a dicha compañía. Esos médicos no trabajan para esas compañías, los anuncian en sus cuadros y por ello les ofrecen unos baremos que van, en la primera consulta de un médico general 12 euros y un súper especialista 19 euros (pongo baremos de máximos, imagínense los de mínimos). Si se practica una segunda visita, porque el proceso lo requiera, o el paciente lo solicite antes del mes, esos baremos se reducen prácticamente a la mitad. Y si viene una tercera vez en el mismo mes, tú lo trabajas, le dedicas tu tiempo y esfuerzo, pero no verás ningún pago por ellas.

Vía Autónomos y Emprendedores.es

Una medicina privada en serio peligro de extinción