domingo. 29.09.2024

La irrupción de Internet ha alterado las costumbres de la sociedad. Una de ellas, es la imposibilidad de desconectarse de las pantallas. Este no es un fenómeno secundario, ya que afecta cada vez a más personas, sobre todo a adolescentes y jóvenes. 

El peligro de esta tendencia es que la “adicción” al teléfono móvil trae consecuencias negativas para la salud como malos hábitos alimenticios, sequedad ocular, cansancio, insomnio, envejecimiento cutáneo, aumento del ritmo cardíaco y la temperatura. Según los expertos, el problema radica en la luz azul de onda corta emitida por estos aparatos.

El cuerpo humano se regula a través de la luz solar, especialmente en la franja de longitud cercana a la luminiscencia azul, principal herramienta que guía al cerebro para regular los ritmos biológicos.

El descubrimiento de las células intrínsecas ganglionares fotosensibles (ipRGCs, por sus siglas en inglés) de la retina, las cuales no tienen función visual -es decir, no forman una imagen en el córtex- pero contienen un pigmento sensible a la luz azul, la melanopsina (mRGC), que cumpliría una función importante en la sincronización en los ritmos de vigilia-sueño, porque es más eficaz en la detección de fotones de longitud de onda más corta.

Las ipRGCs censan los estímulos producidos por la radiación electromagnética y llevan la información al núcleo supraquiasmático del hipotálamo y este a la glándula pineal, que tiene capacidad fotorreceptora y se encarga de secretar la melatonina, la cual regula el reloj biológico, estimula la secreción de la hormona del crecimiento, modula el apetito y la producción de gonadotropinas, actúa como antioxidante combatiendo los radicales libres y mejora el sistema inmunológico al aumentar las defensas naturales.

Ya que el sistema visual no puede diferenciar la luz azul natural de la artificial, el exceso de pantallas puede llegar a alterar los ritmos biológicos. Así, hay estudios que indican que dos horas de exposición ante pantallas pueden alterar los ritmos circadianos, reduciendo así el rendimiento cognitivo. Por eso, cuanto más a oscuras y a altas horas de la noche se utilizan estas plataformas, el efecto es más nocivo.

Se ha demostrado que la falta de sueño reparador incrementa las probabilidades de cometer errores, arruina la concentración, aumenta los tiempos de reacción y afecta el estado de ánimo.

Si bien la luz que emiten las computadoras, teléfonos inteligentes y pantallas de televisor ha sido relacionada con problemas visuales e insomnio, también parece tener su lado positivo sobre el sistema nervioso central. 

Un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona descubrió que la exposición a esta luminiscencia aumenta la actividad cerebral de la corteza prefrontal dorsolateral y de la prefrontal ventrolateral al realizar una tarea cognitiva, resultado que duraría hasta 40 minutos después de esta intervención.

“Hacerlo media hora mejora la velocidad de reacción y la eficiencia de las respuestas ante la situación que se va a afrontar”, comenta la psiquiatra Anna Alkozei, líder de la investigación. 

Para llegar a estas conclusiones, el equipo reclutó a 35 adultos sanos entre 18 y 32 años, quienes recibieron al azar 30 minutos de luz azul (activa) o ámbar (placebo), seguida inmediatamente de una tarea de memoria de trabajo que se midió con resonancia magnética funcional.

Con aumentos en la carga cognitiva, el grupo de luz azul tuvo tiempos de reacción más rápidos (P=0,04) y una respuesta más eficiente, es decir, contestaron más ítems correctamente por segundo (P=0,01). Este efecto de alerta incluso se ha demostrado en personas con ceguera, lo que sugiere que además se produce por la activación de las ipRGCs que no forman imágenes.

Considerando que varias investigaciones han demostrado los beneficios de esta luminiscencia, “podría usarse como una forma no farmacológica para mejorar la atención en situaciones en las que el estado de alerta y la toma rápida de decisiones son importantes”, así como para tratar trastornos afectivos estacionales mediados por la falta de luz.

“Si queremos ir más allá, enriquecer luz blanca artificial con azul podría usarse en cabinas de pilotos, salas de operaciones o entornos militares donde cada segundo cuenta para minimizar errores. También podría ser útil en entornos donde no existe la luz solar natural, por ejemplo, la Estación Espacial Internacional”. 

Los mecanismos que subyacen a este efecto de alerta no se han aclarado por completo. Una posible explicación implica el potencial efecto estimulante de esta luz en el locus coeruleus, que ejerce un papel esencial en la integración de la información sensorial a la hora de regular la activación, atención y ciertas funciones de la memoria.

Vía SAVALnet

Cuando el color de la luz importa