lunes. 01.07.2024

Junto al derrocamiento del régimen de los talibanes, el segundo gran objetivo de la invasión estadounidense de Afganistán en octubre de 2001, fue la eliminación de los santuarios de los que gozaban en el país –bajo la protección de los talibanes- grupos terroristas internacionales, principalmente Al Qaeda, que acababa de organizar –desde allí- los atentados del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington.

Ahora, con la desastrosa retirada ordenada por el Presidente Biden en abril de este año y el consecuente hundimiento el 15 de agosto del régimen político (corrupto, pero relativamente democrático) que ha gobernado el país, la principal amenaza para las naciones occidentales consiste precisamente en el restablecimiento allí de los campos de reclutamiento, adiestramiento y adoctrinamiento de organizaciones yihadistas, desde las que podrán organizar graves atentados terroristas contra EE.UU., Europa y sus aliados.

Aunque casi nadie hayamos prestado mucha atención, todos hemos sabido que hasta este año esa amenaza estaba bastante controlada por las (reducidas) fuerzas militares de EE.UU. y de sus aliados y, también, por las fuerzas armadas y policiales de Afganistán.

No nos hacía falta que el ejército afgano fuese perfecto, ni que las fuerzas policiales del país fueran un tachado de virtudes, sin atisbo alguno de corrupción, sino que mantuvieran básicamente a raya a los talibanes y a los grupos terroristas, aunque nunca llegaran a suprimirlos totalmente.

Pero el estúpido pensamiento buenista pretende que sólo la perfección es aceptable –en todos los terrenos- y no ha cesado ni un día de estos 20 años en descalificar y desautorizar a los militares y policías afganos … que nos estaban protegiendo, también, a los ciudadanos de Occidente.

 

Los soldados y policías afganos sí que han luchado por su nación

Llegado a este punto, es de justicia recordar que (según The Washington Post) unos 66.000 soldados y policías nacionales afganos han caído en estos 20 años en su lucha contra los talibanes y las otras organizaciones yihadistas. Esto es, el ejército y las fuerzas del orden afganas sí que han luchado en defensa de su nación y en cumplimiento de su deber y, para ello, han pagado un elevadísimo precio, que merece ser reconocido … por las personas de bien.

Las víctimas mortales de EE.UU. en estos 20 años han ascendido a 2.352 (ver el anterior enlace), una cifra elevada, pero sin parangón con la de afganos fallecidos en combate. Como comparación, recordemos que los soldados estadounidenses muertos en Vietnam, fueron unos 58.000. Por otro lado, el total de víctimas de los países aliados de EE.UU. en Afganistán, ha sido de 1.144.

Por eso, resulta despreciable que en su discurso del día 15 de agosto, cuando los talibanes tomaron el poder, el Presidente Biden empleara más tiempo y pusiera más énfasis en criticar al ejército afgano –para exculparse él mismo- que en denunciar a las vencedoras y bárbaras fuerzas talibanes. Semejante comportamiento define -y deshonra- a un gobernante.

 

Los grupos terroristas extranjeros, no talibanes, están muy debilitados …

Es importante no olvidar que la presente situación de gran impotencia de Al Qaeda y otras organizaciones yihadistas no ha “caído del cielo”, como suele insinuar el pensamiento mágico del decadente progresismo del siglo XXI.

Durante 20 años EE.UU. y algunos de sus aliados han dedicado abundantes recursos militares y de inteligencia a identificar e ir eliminando (¡sí, matando!) a los sucesivos dirigentes de estos grupos, en su denominada acción antiterrorista (counterterrorism). Esfuerzos que fueron tildados –sistemáticamente- de excesivos y “propios de otra época” por la mayoría de los políticos izquierdistas estadounidenses y sus acólitos europeos.

Quien no haya escuchado a algún progre estadounidense (los liberals) despotricar contra los “asesinatos” cometidos por su “Gobierno” contra los islamistas –con drones, o sin ellos-, es que nunca ha hablado con alguno de ellos. Y, si se habla sobre los fantásticos francotiradores (snipers) de ese país, el progre yanqui en cuestión lo menos fuerte que le llamará es “cobarde”.

Mi vida en Washington me ofreció esta valiosa información acerca del extremismo de los progresistas estadounidenses en la actualidad, lo que ayuda mucho a comprender lo que está sucediendo en dicho país y el predominio del ala izquierdista del Partido Demócrata … algo nunca antes visto, salvo durante la guerra en Vietnam.

En esa ocasión, por ejemplo, para regocijo de numerosos universitarios, una miserable como la actriz Jane Fonda viajó a la capital de Vietnam del Norte –Hanoi- para animar a los tiranos comunistas a que resistieran la agresión americana, fotografiándose en unas ametralladoras antiaéreas (que derribaban aviones estadounidenses) y declarando –por Radio Hanoi- que con “la revolución … el pueblo ha tomado el poder en sus propias manos y ahora controlan sus vidas … y poseen sus tierras …”, todo esto ¡bajo el sanguinario régimen comunista vietnamita!

 

… pero nunca han desaparecido por completo los grupos terroristas

Casualmente, este pasado día 17 de agosto el Servicio de Investigación del Congreso (CRS, del nombre en inglés) ha publicado un buen estudio sobre la presencia de grupos terroristas en Afganistán, al margen de los propios talibanes. El siguiente cuadro, resume la situación en este año, viéndose que más de la mitad de las provincias sufrían esta grave amenaza, aunque su nivel de actividad continuaba siendo bajo.

word-image

El estudio diferencia Al Qaeda propiamente dicho (AQ), de la rama regional creada en 2014 para el Subcontinente Indio (AQIS). La primera está dirigida casi exclusivamente por árabes, mientras que la segunda cuenta sobre todo con dirigentes locales. En cualquier caso, operan coordinadamente. Como se observa en el mapa, son estas dos las organizaciones activas en más territorio, del sur y nordeste del país, habitadas predominantemente por personas de la etnia Pastún, en el sur, y tayika en el nordeste.

En un informe de Naciones Unidas de abril 2021, se afirma que AQ y los talibanes “permanecen [en la actualidad] estrechamente aliados y no hay indicios de que hayan roto sus relaciones”.

En el este, sobre la frontera con las zonas tribales de Pakistán (tradicional nido de terroristas), está también presente la Red Haqqani. A esta siniestra organización, según el informe del CRS, “se le achaca algunos de los más mortíferos ataques de la guerra en Afganistán”. Constituye un integrante semi-autónomo del grupo Talibán y un estrecho aliado de Al Qaeda. Además, el informe del servicio de investigación del Congreso de EE.UU., añade lo siguiente: “históricamente, se le ha descrito como [un grupo] próximo a la agencia de inteligencia de Pakistán”, el ISI, Inter-Services Intelligence.

 

Otras organizaciones terroristas, además de Al Qaeda

Las siglas ISKP corresponden al Estado Islámico del Gran Jorasán, rama afgana del Estado Islámico clásico, que desde 2014 conquistó buena parte de Siria y el norte de Irak. Sus efectivos fueron estimados hace un par de años en unos 3.300 terroristas. Habitualmente, se le concede una menor posibilidad de expandirse que las anteriores organizaciones, ya que durante años ha tenido enfrentamientos armados con los talibanes por el control de varias zonas, por lo que es previsible que el nuevo poder en Afganistán ponga trabas a su expansión.

Finalmente, el informe del Congreso estadounidense, menciona otros tres grupos terroristas secundarios: los Talibanes Pakistaníes (TTP); el Movimiento Islamista de Uzbekistán (IMU), que opera al norte de Afganistán, y el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM), que aspira a establecer un estado independiente islamista en la zona occidental de China, en la actual Región Autónoma Uigur de Sinkiang.

En la coyuntura tan fluida que vivimos, no sería extraño que surgieran nuevas organizaciones terroristas, a veces por escisión de las existentes.

 

Posibilidades de reconstitución de Al Qaeda y otros grupos

Durante estos pasados años, la opinión predominante entre los analistas de las organizaciones terroristas islámicas ha sido que en año y medio o dos años tras la eventual retirada de EE.UU. de Afganistán, Al Qaeda estaría fuertemente implantada, nuevamente.

Pero, según recoge el principal diario conservador de EE.UU., el Wall Street Journal, Charles Lister, analista del Middle East Institute, ha declarado que la caída de Kabul el 15 de agosto “es, sin lugar a dudas, la fecha más relevante para Al Qaeda desde el 11 de septiembre” de 2001.

Ese mismo diario nos cuenta lo dicho por Aaron Zelin, un miembro del grupo de estudios Washington Institute for Near East Policy: “Para ellos [los dirigentes de Al Qaeda] los actuales sucesos muestran que su ideología es correcta, que Dios está de su parte y que no importa cuánto tiempo les lleve” alcanzar sus objetivos. Por tanto, añado yo, la lucha contra el terrorismo islamista es un imperativo a medio y largo plazo para Occidente.

Tras la bochornosa retirada ordenada por el Presidente Biden, los analistas estiman que el periodo de tiempo hasta el fortalecimiento de Al Qaeda y otros grupos del yihadismo será mucho más corto de lo que se estimaba anteriormente, quizá un solo año.

El nuevo régimen será favorable a su fortalecimiento o, cuando menos, mirará para otro lado, pretendiendo ignorar su desarrollo. Por otro lado, el fulgurante éxito que acaba de producirse, servirá de animador de los pequeños grupos de terroristas a lo ancho y largo del planeta, y los atraerá hacia su nueva tierra de acogida: Afganistán.

 

Confiar en los “nuevos” talibanes forma parte del pensamiento débil

Quien piense que es serio hablar de los “nuevos” talibanes, más o menos civilizados, preocupados sobre todo en contrarrestar el hundimiento económico del país y, más adelante, el desarrollo sostenido de su economía, tendrán que salir pronto de semejante ensoñación, por la fuerza de los terribles hechos que ya están empezando a producirse.

Además, unos 5.000 yihadistas presos de la cárcel de Bagram (cerca de Kabul, que había sido una gran base aérea estadounidense) fueron liberados por los talibanes el 15 de agosto. La mayoría de ellos eran talibanes, pero también había miembros de otros grupos islamistas, como Al Qaeda.

Vía A Orillas del Potomac

Perspectivas de reconstitución de los grupos terroristas en Afganistán